viernes, 28 de abril de 2017

DRAUGOR, SEÑOR DE LOS HUARGOS



Notas previas:

Ésta es la continuación de la historia de un personaje que hice para una campaña del juego de rol "El Señor de los Anillos", que mi hermano hace años iba a ambientar en la Primera Edad de la Tierra Media que J. R. R. Tolkien narró en su libro "El Silmarillion" (en base a textos recopilados por su hijo, quien fue también responsable de su edición).

Tras un desengaño amoroso borré la historia del personaje que narraba los primeros siglos de vida de un Elfo Noldo que había nacido en Valinor con el nombre de Taralmië, que siguió a Fëanor a la Tierra Media y que fue prisionero de los siervos de Morgoth en su fortaleza de Angband. 

Estoy intentando reescribir la historia original pero me está costando más de lo que había creído. Tras ver impresionantes vídeos de la segunda parte del videojuego "Shadow of Mordor", llamada "Shadow of War", se me ha ocurrido ésta continuación de aquella historia y de su protagonista, el Elfo Noldo que, tras escapar de su cautiverio en Angband gracias al poder de un anillo mágico, abandona su antiguo nombre y adopta el de Draugor (en sindarin significa "temor de lobo").


Portada de "El Silmarillion"



La Tierra Media en la Primera Edad


Las Tierras de Maedhros y los Noldor durante la Primera Edad



II


Draugor espoleó a su lobo huargo para acercarse a Morlarak, el líder del clan de la Luna Pálida. Cuando llegó a su lado saltó del lobo y saludó al Orco, una criatura de baja estatura, de piel oscura, pelo largo, ralo y quebradizo de color blanco, larga nariz picuda, ojos pálidos y enormes orejas caídas. Tenía en la mejilla izquierda un tatuaje que representaba una tosca media luna de color gris y llevaba un atuendo muy similar al del Elfo, armadura de cuero negra y pieles del mismo color, pero mientras él portaba espada y arco élficos, el Orco tenía una aparatosa y gran cimitarra que descansaba en la vaina de su cinto y un arco negro sobresalía de su espalda.

- ¡Has regresado! Nuestro campeón élfico, Draugur. - Dijo Morlarak con una voz chillona y llamando al Elfo por el nombre con el que los Orcos lo conocían, Draugur, que en Orco significa "Fantasma". 

- Así es, Morlarak - dijo el Elfo albino - ¿ha ocurrido algo importante en el clan durante mi ausencia?

- No... O tal vez si... No lo sé... Los lobos de nuestros aliados, el clan de la Cabeza Deshuesada, han matado a varios de los nuestros... Parece ser que se han acabado las arañas en el bosque y tienen hambre... ¿Qué hacemos Draugur? ¿Los escarmentamos?

- No. Yo si tengo noticias muy muy importantes, Morlarak... Debemos levantar los campamentos y viajar hacia el oeste lejano... Todo el clan... Todos los clanes... Desde el Hierro en la Sombra al clan de la Rata Verde, todos debéis moveros hacia el oeste, hacia Tol Sirion, allí haremos la guerra a Sauron y tomaremos la fortaleza de Minas Tirith.

- ¿Qué? - Preguntó un sorprendido Morlarak mientras miraba perplejo a Draugor con sus ojos completamente blancos - ¿Y nuestros aliados del sur? La Cabeza Deshuesada vendrá y nos quitará nuestras tierras de caza si no nos mantenemos en los campamentos ¿Qué ocurrirá con las cuevas del clan del Hierro en la Sombra? ¿Te han ordenado los Elfos conquistar esa fortaleza? ¿O son ellos los que quieren tomar nuestras tierras?

- No exactamente... Sí y no... Ellos me lo han pedido y yo he aceptado, con una importante condición... Yo seré el nuevo Señor y comandante de Tol Sirion. El Señor de los Elfos del sur,  del que ya te he hablado muchas veces, Maedhros, quiere recuperar esa fortaleza y yo lo haré en su nombre, con vuestra ayuda, a cambio de su dominio y señorío.

- ¿Y nuestros lobos? ¿Dónde cazarán? Necesitamos mucho territorio, tenemos muchos lobos, Draugur...

- Sauron cría en aquellas tierras licántropos... - Draugor se detuvo para mirar un instante al Orco que tenía tanta pinta de saber lo que era un licántropo como de saber lo que era una ciudad construida por los Elfos. - ...Quiero decir... Cría bestias medio Elfos medio lobos... y si él cría a esos monstruos allí tiene que haber comida para los lobos, o la conseguiremos como sea. Ya sabes que yo cumplo lo que prometo, Morlarak, sabes que si tengo que saquear a los Elfos para dar de comer a lo lobos lo haré, que si tengo que matar a los míos no me temblará la mano.

- La mano... Si... La mano... - Dijo el Orco mirando al suelo mientras un escalofrío recorría su espalda. - Habrá guerreros de nuestro clan que sabes que se opondrán a ti, Draugur ¿tendrás piedad? ¿no nos mostrarás tu magia, verdad? ¿no nos harás sufrir? Somos tu clan, Draugur, tu familia... ¿Tendrás piedad?

Draugor miró al Orco con aire sombrío y el ceño fruncido.

- Yo no tengo familia, no digas que vosotros sois mi clan ¡Vosotros sois de mi propiedad, Orco y obedecerás, como obedeceréis todos si sabéis lo que os conviene! - Dijo el Elfo con aire iracundo mientras levantaba la mano zurda en un puño, allí donde llevaba el Anillo del Lobo, con el que había conseguido escapar de Angband y que durante un instante brilló con un fulgor plateado.

Morlarak, el líder de los Orcos, se arrodilló ante Draugor y agachó la cabeza todo lo que pudo.

- ¡Ten piedad, Amo! ¡Seré obediente! ¡No me castigues!

Pero varias horas después, cuando el Elfo y el Orco ordenaban al campamento marchar hacia el oeste a lomos de sus huargos, otros guerreros jóvenes, ignorantes e inexpertos, no fueron tan inteligentes y, como Morlarak hubiera predicho, sacaron sus armas con intención de hacerse con el liderazgo del clan matándoles. En ese instante, Draugor levantó la mano izquierda y repitió una y otra vez ésta letanía durante varios minutos agónicos, que a los Orcos y a los lobos les debieron parecer horas:

- "Obedecerás a tu Amo y Señor Melkor y a mí en su nombre... Obedecerás a tu Amo y Señor Melkor y a mí en su nombre..."

El Anillo del Lobo, en el índice zurdo del Elfo albino, brilló entonces con un gran fulgor plateado que llegó casi a impedir ver su figura, si es que alguno de los Orcos o de los lobos hubiera podido mirarle porque, durante los largos minutos que duró la letanía de Draugor, todos y cada uno de ellos, al mismo tiempo y en muchísimos kilómetros a la redonda, comenzaron a sentir un terrible dolor en la cabeza o en el rostro, allí donde él les había puesto la mano, y no paró aquella tortura hasta que de la cabeza o el rostro de cada uno ellos comenzó a manar la sangre negra, dejando ver la marca de una mano zurda de Elfo.

Cuando la letanía se detuvo, todos aquellos Orcos y lobos, los que habitaban en Ladros y en la cordillera oriental de las Ered Gorgoroth, se levantaron al unísono con la marca de una mano negra en los rostros o en sus cabezas. En aquel instante había nacido un nuevo clan de Orcos, el más grande y numeroso clan de Orcos que jamás se hubiera visto hasta entonces... Draugor les llamó el clan de la Mano Ensangrentada.

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